Cuando era niño recuerdo un telar viejo anclado en una habitación de tierra en donde vivía mi abuelo, mi tía alguna vez mencionó que lo usó para hacer la ruana que dio a su marido el día de su matrimonio como símbolo de protección y cobijo, hoy todo ello puede haber desaparecido, el entramado de los ponchos con los que mis tíos bordeaban la montaña para cuidar sus cultivos, el ritmo del sonido de las máquinas tejedoras que despertaban nuestros días, la urdimbre, la trama, la marca que dibujaba el paisaje de nuestro consuelo.

El tejido como símbolo y metáfora de la vida siempre ha estado presente en nuestras cosmovisiones, ha servido a la teoría de las cuerdas en la física teórica para explicar la conformación de la materia, la explicación de los entramados sociales en la antropología cultural o en el desarrollo de las artes de los pueblos originarios de América.

El tejido y todos sus elementos, aguardan aún más como en las primeras alusiones de este pequeño texto, el entramado de la memoria, del afecto que hoy se manifiesta en su relevancia dinamizadora entre los edificadores de la población de Peguche, que a través de las artes propuestas por los artistas participantes de esta muestra, no solo han sido representados a manera de copia en la imagen, sino dispuestos como fundadores, autores y participantes de una experiencia, la experiencia propia del tejer, del compartir, del ser como alguna vez lo pronunció Lucia Lema, las infinitas raíces de la tierra.